En Sepia y Blanco y Negro XII

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Juanito

Cartel original de la pelicula

Yo tendría cinco o seis años, más o menos, porque la película se estrenó en 1964 y entonces yo tenía siete. 

Recuerdo oír a los mayores hablar de que había desaparecido Juanito, que no se le veía por el pueblo. 

No se si el rumor se extendió hasta crear alarma o la verdad sobre el tema apareció con la suficiente celeridad como para frenar elucubraciones, lo cierto es que, según dijeron, Juanito estaba una tarde jugando con unos niños en un patio de Tarifa y, vete a saber porqué, pasó por allí Manolo Summers, se detuvo y lo estuvo contemplando un rato, al cabo del cual se dirigió a él y le preguntó: 

  • ¿Tú quieres hacer una película? 

A lo que Juanito contestó afirmativamente sin dudarlo un minuto, como hacen las personas valientes. 

  • ¡Pues vamos! – dijo Summers 

Supongo que la conversación debió ser un poco más larga, incluso puede que fuera por otros derroteros más alambicados, pero en esencia eso es lo que contaban que pasó. 

Así que el genial y querido Juanito se fue con el genial Summers a probar suerte en el mundo del cine. 

Juanito con Alfredo Landa en una escena de la película

Así fue como un tarifeño de pro se convirtió en estrella del celuloide y no, no exagero, Juanito fue actor en una película junto con el gran Alfredo Landa y la no menos grande María José Alfonso. 
 

Una película que estuvo nominada a la Palma de Oro en el festival de Cannes de 1964 y con la que María José Alfonso ganó el premio a mejor actriz principal en los premios del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC Awards) en ese mismo año de 1964. 

Y es que Juanito era, literalmente, único, una persona de las que se dan una sola vez. 

¿Quién no lo recuerda tomando las esquinas con la mano izquierda en el bolsillo y la derecha colgando como si tuviera vida propia, con ese andar rápido y diligente, ligeramente inclinado a la derecha?  

Ya les hubiera gustado a los Monty Phyton poder contar con él en su sketch «Ministry of Silly Walks» (El Ministerio de los andares absurdos), porque su forma de andar y de ser es única e irrepetible. 

Cuando la película se estrenó se clasificó para mayores de catorce años, así que con el loable propósito de  que pudiera ser vista por todos los tarifeños fue proyectada en una sesión a puerta cerrada para las autoridades locales, tanto políticas como eclesiásticas para que fueran eliminadas aquellas partes que pudieran dañar la «sensibilidad de los tiernos infantes». 

La película se estrenó en el Cine Nuevo (Ideal Cinema), que estaba donde ahora se ubica el Mombassa Tarifa, allí, una cola de tarifeños, mayores, jóvenes, niños, ancianos… esperaban pacientemente poder acceder al interior de la sala y, al cruzar la puerta de vidrio que daba acceso al vestíbulo, se encontraban con Juanito, elegantemente vestido y sentado en una silla, que entregaba a todo el que entraba un pequeño folleto, tamaño cuartilla, creo recordar, conmemorativo de su participación en el film. 

Lamento profundamente no tener uno de aquellos pasquines, pero la escena la recuerdo como si estuviera pasando en este instante, Juanito era la personificación de la alegría y el orgullo, la felicidad en estado puro, eso no necesito una fotografía para verlo cada vez que la evoco. 

Ignoro si puede verse la película completa en algún lugar de Internet pero, lo que sí puedo incorporar a este post es el siguiente link en el que puede verse una parte de su actuación junto a Alfredo Landa  

Clip de la película La Niña de Luto 

Existe, como no podía ser de otra manera, una referencia a la película, con su ficha técnica, en la base de datos de cine por excelencia, IMDB, en la que se recoge, entre otras muchas cosas el casting en el que figura nuestro querido paisano con el sobrenombre que, creo, él mismo se puso para figurar en los créditos «el bicicleta» 

Captura de pantalla de IMDB donde se ve inmortalizado el nombre de Juanito

Creo, y desde aquí hago un llamamiento, que Tarifa debería dedicar una calle a tan insigne vecino porque no nos faltan calles dedicadas a políticos, militares, batallas, reyes, curas… y yo me pregunto ¿cuándo alguno de ellos nos ha hecho sonreír? ¿cuándo alguno de ellos ha conseguido alegrarnos un día que estaba torcido? 

No digo yo que no se merezcan figurar en el callejero, pero creo que muchos de nuestros vecinos, gente normal, que hacen, como hizo Juanito tantas veces, el milagro de hacernos sonreír, también merecen que se les recuerde en las calles del pueblo (en mi modesta opinión mucho más). 

Así, que concluyo diciendo que Juanito, nuestro Juanito, debería tener una calle en el pueblo, y no una calle en alguna barriada apartada y de nueva creación sino una calle de las que él transitaba con sus andares únicos, y debería haber también una placa y en ella debería poner (algo así): 

Calle de Juanito «el bicicleta» 

El pueblo de Tarifa a su vecino y amigo 

Juanito «El Bicicleta»  

gracias por habernos arrancado una  

sonrisa del rostro y del alma 

Quizás ¿quién sabe? algún tarifeño del futuro al pasar junto a la placa, delante de la que habrá pasado antes mil veces, detendrá su aerodeslizador y leerá el texto preguntándose quién sería ese tarifeño ilustre y, sacando su smartphone, que probablemente ya no se llamará así, consultará en la red y tropezará con algún libro de Fran Terán, o con sus comentarios en Facebook, o ¿por qué no? con este sencillo post y así sabrá que Juanito era, sobre todas las cosas, una buena persona querida por sus conciudadanos. 

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